DIA8
En los
primeros días de algún Agosto me encontré por primera vez con Emilia. Les digo la verdad, para mí no
fue gran cosa aquel primer “encuentro” (no éramos los protagonistas), no sabía
yo que la bella Emilia cambiaría mi
vida por unos años, a veces ausente y a veces demasiado presente (puedo contar
3 ocasiones). Emilia es una mujer como
cualquier otra, nada fuera de lo normal, eso sí, tiene un corazón muy grande (a
veces triste). Pelo negro y ya se le asoman algunas canas (cosa que me encanta),
piel canela (falso, pero ella sueña con eso) y una sonrisa que puede iluminar
el alma de un desterrado. En algún momento no muy lejano pensé que el cariño
por aquella dama, me acompañaría durante todos mis días en esta tierra (perdón por
ser un soñador), o al menos pensé, que sería así por siempre, pensé que ella podría
aprender a quererme, o que las estrellas se pudieran alinear para nosotros.
Simples deducciones y pensamientos de un romántico sin remedio como yo.
Difícil. Esa es la palabra
de la que a veces nos aferramos
para no intentar lo posible
Les digo
que Emilia fue la que me enseñó a ver
con los ojos cerrados, con Emilia aprendí
que existen varios tonos de verdes (siendo
mi preferido el de ella). Ella nació en Octubre, o el mes de la Turmalina o el Ópalo,
piedras no tan preciosas como Emilia,
el mes donde se ven las Caléndulas más bonitas. Eso es ella para mí, una linda
flor. Al principio la veía inalcanzable, lejos de mí, inmensamente lejos diría
yo, pero, siempre estuve ahí y estaré para ella, en sus momentos de ahogo,
temor, confusión, siempre me tendrá, y lo sabe, Emilia sabe que cuando su mundo se desmorone, puede
venir al mío cuando quiera.
Y aunque Emilia no me hable por ser terco,
obstinado, obsesivo y escribirle cosas cuando no debí hacerlo, también debe de
saber que soy consciente de ello, dispuesto a tratar de cambiar, ella sabe que
solo me falta dejar de tratar y simplemente cambiar.
Emilia debe de saber que la quiero, debe de saber que me hace daño tenerla
cerca, que me hace daño tenerla lejos, por eso me escribió un Domingo, por eso
no le he vuelto a escribir. Solo espero que Emilia
no se olvide de mí.
Un niño de
14 años enamorado.
De Verde
Te Sigo Queriendo
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