Cuando me siento triste escucho a Joaquín, pero últimamente Fernando lo ha desplazado. Es el pretexto perfecto para llorar recordando a alguien, es como pelar una cebolla, así nadie sabrá que lloras por ese "alguien" . Es una excusa mala, lo sé, como lo son en realidad todas los excusas. Pero empieza a sonar <Puede que Pueda> y las lágrimas salen solas, fácilmente, como la voz de Delgadillo. Y llega un momento en que ya no sé si son corcheas o fusas o silencios lo que lloro, o eres simplemente tú.
Tú que me suenas a swing y a pentagrama y a unas cuantas semifusas.
Extrañar a alguien debería estar homologado como deporte de riesgo o de competición. Porque al final todo esto es así, mirar quién es el que echa más de menos. Saber quién va a salir perdiendo, el tiempo descompasado y la prórroga de la pérdida.
Y tener a Fernando o a Joaquín son las excusas suficientes para llorarte.
Como los recuerdos, que también te lloran.